Monday, December 26, 2005

Zapatos Rojos




Decidió beberse las lagrimas mientras la madre sepultaba otra vez al padre. Los golpes habían sido demasiados, pero sabía que él se levantaría otra vez, como después de cada borrachera.
Alisa comió apenas, pensó en suicidar su boca, pero lo único que hizo fue salir.
La respiración no tardó en volverse agitada, los trapos que usaba por ropa no le bastaban para sentirse puta, necesitaba el arranque inicial y como si se tratase de un motor calzó los zapatos rojos que la madre guardaba en el último cajón, el de las cosas olvidadas.
Ahora se enfrentaba a la vida misma y le parecía como mil portazos en la cara.
Luis no le negó un poco de hierba ni le advirtió las consecuencias, tampoco hizo la negativa al asqueroso beso que el muchacho pidió por pago.
Todo sentido de vida se le iba como tragado por un huracán, arrancado de raíz, incluso pudo ver que no existía siquiera un lazo que la detuvieran en casa.
Durante largo rato soportó los zapatitos que le hacían ver las piernas de mujer adulta.
No tardó en sentir tras de sí, la palabra dura que ofrecía buen pago.
La hierba hacía lo suyo, fue fácil decir que sí a todo.
La noche la tragó despacio como una tortura presagiada.
Ni siquiera se desvistió ella misma como lo imaginó otras veces donde fantaseó ser puta. Tampoco cerró las piernas, simplemente abrió la mano para recibir el pago. Se halló desnuda con el alma sangrando en finas gotas y pudo ver que aún llevaba los hermosos zapatitos de color rojo.
No habría regreso, se desplomó en el pozo...

Erzsébet

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