Monday, December 26, 2005

Muñeca rota




No lograba cerrar los ojos sin el vaivén mecánico que lo produjera, sus pupilas inmóviles quedaban clavadas en el observador como si esperaran una respuesta.
Todas las noches era sumergida bajo las sabanas donde por fin lograba un parpadeo. Imaginaba verse a si misma sin la rigidez de la muerte. Menos en esos momentos donde necesitaba ser rigurosa en el movimiento de la pelvis y también de los labios. Frunció el ceño, relajó los brazos, sus ojos se quedaron abiertos, y, otra vez se convirtió en muñeca rota mientras su cuerpo comenzaba a flotar para luego hundirse hasta la asfixia bajo las sabanas.
Erzsébet

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