Friday, May 19, 2006

El hueco de unos brazos

No era un capricho, ni siquiera notaba que tras cada ausencia le mataba un poco. Alisa se sabía libre, él no iba a detenerla –tampoco podía hacerlo- Buscaba saciarsede él, abrirlo y beberlo. Reconocía que esa sed por él no terminaba nunca, y, sin embargo, no lograba estar todo un día a su lado.Le escuchó decir- “Un día de estos tenemos que hablar”-Sonrió apenas. Para ella “hablar” no le iba. Esperaría el día, y otra vez le callaría la boca a fuerza de mordidas y lamidas, convirtiéndose en la cachorrita, que no habla, ni escucha, ni entiende...
Sólo busca el hueco de unos brazos tibios.

Erzsébet

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