Friday, June 30, 2006

Recortes de una novela inconclusa




Se sentó en el piso esperó que la luz se llevara todas las imágenesque sus ojos ya no vieran las camas ni los cuerpos tendidos sobre ellas ni la luz que entraba cortada por los barrotes.Se meció por horas abrazando sus rodillaspensando en ély lo que parecia una muerte sin sentido.Lo supuso tan delgado que la piel transparentaba sus venascon los ojos vacíossin pupilas.
También se figuró a Isabella enrejadacontenida en un espacio lóbrego sentenciada a la soledadal aislamientoAhora su mismo encierrosu mismo veredicto coexistiendo con los que aún son considerados vivos.
Comenzó a sentir el frío metiéndose en su vientre hasta clavar sus entrañascomo si fuera un soplido helado apaciguando el dolor de estar sola. -Que hermoso es el frío que apaga, que desvanece-sólo permanecen los párpados abriéndose y cerrándosecon la lentitud de un columpio que ha quedado vacío
y que infinitamente dulce la sensación de ir deshabitandoabandonando el cuerpo hasta el olvido.¿Isabella recuerdas cuando morí?¿Cuándo de tu mano ya no crecían flores y me olvidaste?¿Soy yo tu Jazmín, la flor que murió en tus manos ¿O quizá permanecí contigo?en ti,¿como un fantasma incrustado en tus huesos manando angustia?

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El final no llega...
Las paredes se agrietan, los rostros se pegan al piso en una ultima plegaria...
La materia no muere,. sólo se transforma.
Los brazos del ente se alargan... empieza a abarcarlo todo...un manto gris cubre el aire, apagando, acallando a los insectos y los pájaros, trasformando el pasar del tiempo en una masa densa y elástica que se corta sin esperarlo o que resiste y se alarga más allá de lo imaginado, el hospital, la cuidad, los prados, la isla completa está evolucionando, cambiando a cada instante, como si el lugar fuese el experimento de un dios fastidiado. El calor húmedo gotea por las paredes formando gruesas capas de moho que se derrite manchando el piso ... el final aún no llega, los rostros se funden... difuminándose en lo oscuro.

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....Recortó imaginariamente la figura del siquiatra, para luego insertarla en otro espacio, deseaba verlo lejos, rodeado de muros, inmerso en su propio mundo hostil. Notó que el hombre se veía tenso, con una seriedad que llegaba a la preocupación extrema, sus manos apretaban los informes con irritación.Ashlock caminó hacia ella con un gesto duro, miró los papeles que ya estaban ajados, musitó algo que Aniuka no alcanzó a entender. Luego el hombre volteó como llevado por un torbellino tan aprisa que debió ayudar con una de sus manos a poner en ruta su pierna ortopédica, que a cada paso parecía trabarse por la cólera contenida.En ese momento la enfermera Núñez ayudaba a algunos rezagados a unirse al grupo. - “Yalick está muriendo”- fue la breve frase que alcanzó a oír Aniuka apenas musitada por Ricardo, que con evidente malicia comunicaba uno a uno a los internos. Sin querer se sostuvo del brazo de Ricardo que lucia su cabeza rapada y llevaba varias prendas desordenadas sobre un tórax huesudo, se veía que el hombre no cambiaba sus ropas, simplemente las colocaba una tras otra sin quitar la anterior. Caminaba torcido simulando ser un pordiosero.Aniuka se desprendió del brazo de Ricardo con aversión. Caminó ligero hacia los dormitorios.Los pacientes tapaban el paso... unos de pie, otros en el piso, o sobre sus camas con sus trajes holgados y largos, como si fueran payasos abandonados de algún circo, aun con una sonrisa fingida pintada sobre sus rostros. Una voz interna le llamaba a estar al lado de Isabella, estar unidas en ese trance donde el hilo de la vida de Yalick permanecía tirante, roído y a punto de cortarse....

Erzsébet

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